Durante los años 60, cuando esta playa era sólo accesible por mar o por un terrible camino sin asfaltar, Juan Viñolas hizo posible, con un viejo autobús, el transporte de viajeros desde Rosas hasta Almadraba. Lo llamó Gua-Gua.
Viendo la maravilla que era esta pequeña cala de color turquesa, decidió junto con su esposa Pilar, adquirir los locales donde hoy se ubica el restaurante.
Día a día, desde las primeras tertulias bajo las sombrillas, haciendo bocadillos y vendiendo bebidas, con mucho tesón y sobretodo con mayor ilusión, Pilar ha ido convirtiendo a la Gua-Gua en un placer para el visitante. Su lucha constante por la calidad de los productos (desde hace más de veinte años va puntualmente a la lonja para comprar personalmente el pescado), ha hecho que éste sea el lema de la casa.
Siempre con espíritu de mejora y rodeados de un buen trabajo en equipo, seguimos aquí en la Gua-Gua, agradeciendo una vez más vuestra visita y deseando que paséis un rato agradable.